Estos cuentos no fueron imaginados. Fueron vividos. Surgen en silencio, durante meditaciones profundas, cuando algo —alguien— me habita por completo. De pronto ya no soy yo… Soy el abuelo anciano, la niña gitana, el monje que no respira.Veo lo que ven, siento lo que sienten, escucho lo que nunca dijeron.No se trata de recordar una historia: se trata de encarnar otra vida. Cada cuento es una visión completa, un universo 360° que se abre desde adentro.No hay metáfora aquí. Solo presencia.Quizás no sé de dónde vienen… pero sé exactamente cómo se sienten.


En Abuelo Anciano

En unidad, sin tiempo, me dejo ir mientras me canto mi propia canción de cuna. 

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En Niña Gitana

Bailamos y reímos, no porque no duela, sino porque ese es nuestro modo de honrar a los que no están. Ese es nuestro modo de seguir adelante, de reconocernos vivos.

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